El vacío de las cuidadoras no profesionales
La Covid-19 ha hecho temblar todos los pilares del Estado de Bienestar, además de provocar una crisis sanitaria, económica y social devastadora.
Sin embargo, ha hecho que muchos trabajos anteriormente no muy reconocidos, adquieran gran importancia y valor. De hecho, es lo que ha ocurrido con el personal auxiliar de Residencias, Centros de Salud Mental etc.
Las personas que cuidan han adquirido gran relevancia y hemos podido observar cómo se ha puesto en el foco de mira los convenios, tipos de salarios y contratos que tienen, creando indignación sobre lo que sucede en éste sector.
La otra realidad, es que miles de personas dependientes son cuidadas por cuidadoras no profesionales que en su mayoría son mujeres cuya situación las ha convertido en vulnerables.
Pero, ¿cómo podemos definir esta labor? Wright & others (1987) lo hicieron como: "la prestación de cuidados de salud a personas dependientes por parte de familiares, amigos u otras personas de la red social inmediata, que no reciben retribución económica por la ayuda que ofrecen".
También existe otra tendencia que es contratar a mujeres de origen sudamericano en su mayoría para llevar a cabo estas labores, teniendo trabajos como internas, sueldos bajos y precariedad.
Ésta situación de feminización en este tipo de trabajos no es novedosa. La mujer adquiriendo su rol de cuidadora, se ha hecho cargo del cuidado de hijos y familiares desde hace desgraciadamente muchos años, siendo el hombre el que sí ha podido disfrutar de trabajos remunerados y con reconocimiento.
Asumir ser la cuidadora de un familiar es un hecho elegido o impuesto en muchos de loscasos, pues éstas mujeres sienten que es una obligación hacerse cargo de éstas personas, llegando a dejar sus trabajos si lo tuviesen y a hacer múltiples sacrificios para llevar a cabo éste rol.
Mujer, con trabajos mal remunerados y/o mal reconocidos, clase social media/baja, congrado de parentesco hacia la persona dependiente y en muchos casos soltera, son algunas de las variables que cumplen muchas de ellas.
Es la otra cara de los cuidados, y hacer visible la precariedad y vulnerabilidad de éstas mujeres es esencial además de buscar soluciones y no parchear el problema, pues la población de España se hace mayor y es de urgencia social buscar alternativas a éstas situaciones que causan una grave problemática.
Según datos del IMSERSO fechados en Septiembre de 2020, existen 59.578 personas acogidas al Convenio Especial de cuidadores no profesionales, siendo un 89,1% mujeres y un 10,9% hombres viéndose en cifras que las mujeres son quienes en su mayoría son las que cuidan.
Sin embargo, no todas las personas pueden acogerse a éste convenio y/o existe una economía sumergida ligada a ésta situación. Se debe añadir como plus, el hecho de vivir en zonas rurales, tener un nivel educativo bajo y apenas disponer de prestaciones o ingresos económicos, dando lugar a una dependencia atroz de éstas mujeres a sus personas dependientes, quedando totalmente desamparadas al fallecer.
Además, sufren un gran estrés, ansiedad e incluso depresión, estando en algunos casos medicadas para poder "suavizar" la situación. También al estar a disposición 24/7 a éstas personas se han desvinculado de las relaciones sociales, actividades de ocio, y atención personal llegando a sufrir casos complejos de Burnout.
En conclusión, es necesario darles visibilidad, asistencia y soluciones viables y sostenibles a éstas mujeres que están sufriendo una situación dificilísima que por desgracia la pandemia ha agudizado y puede llevar al límite si no se le da la relevancia que merece.